Por: Marvin Sarmientos
El miércoles 20 de septiembre, #20S, fue un día histórico para Guatemala y para quienes tuvimos la dicha de acompañarla. Igual que en 2015, el pueblo unido volvió a reiterar que la lucha directa contra la corrupción y sus mafias es una convicción ciudadana y un compromiso directo de la sociedad, la lucha es pacífica pero con valor. La plaza volvió a rugir y con muestras de alto fervor patrio se caminó con paso firme desde varios puntos de la ciudad, yo en particular lo hice desde el campus central de mi gloriosa Universidad de San Carlos, fuimos a hacer patria.
El camino que tenemos por delante es sumamente complicado, si tomamos en cuenta que los señorones diputados tienen en sus manos la aprobación de leyes que le den el cambio profundo que Guatemala necesita en materia política, electoral y legislativa. Obviamente no lo harán, porque ahí está el Xibalbá, ese inframundo donde se cocinan los más viles y asquerosos contubernios de corrupción y los trinquetes y componendas que solo buscan su beneficio personal. El antejuicio del presidente Jimmy Morales se mantendrá engavetado hasta que les sirva de algo, lo desempolvaran y le darán uso según sus propios intereses.
Entonces ¿cuál sería la solución? ¿qué rol debemos tomar los ciudadanos ante ese panorama tan incierto?. Independientemente de cuales sean las respuestas más certeras a dichas interrogantes, considero que la presión ciudadana no debe terminar y así como se hizo en el 2015, mantener una lucha pacífica pero constante, una manifestación permanente y consecuente con los ideales de país que todos queremos y merecemos, será nuestro legado y nuestro aporte para la construcción de una Guatemala mejor.
El panorama en materia jurídica, constitucional y democrática también tiene un camino espinoso y complicado. Una constituyente, aunque jurídicamente es viable según nuestra Constitución, no sería el mejor camino en este momento, ¿por qué?, porque los diputados electos serían del mismo saco sucio, los mismos partidos políticos existentes tendrían que postular a los candidatos y el círculo vicioso se repite, sin contar que es el mismo Congreso el que tendría que convocarla.
La fórmula ideal sería, autodepuración, entiéndase renuncia del presidente y los diputados, cosa que está muy lejos de suceder; la aprobación urgente de las reformas a la Ley Electoral y de Partidos Políticos (LEPP) y las reformas al sector justicia; y finalmente la depuración, que dé como resultado la refundación del Estado, (Autodepuración + aprobación de reformas + depuración).
Sin el afán de entrar en comparaciones entre países, creo que la figura del referéndum revocatorio le caería muy bien a Guatemala y debería ir dentro de las modificaciones a la LEPP, así como la anulación del derecho de antejuicio o inmunidad para los funcionarios acusados de corrupción, otro tema para solicitarlo en las manifestaciones y que se fortalezca nuestro sistema democrático.
Se escucha bastante demagógico o hasta utópico si usted amiga o amigo lector quiere poner un poco más de braza al asunto, podría pecar hasta de iluso, pero es el ideal de nación que yo quiero y espero para mi país. Sabemos a dónde queremos llegar, sin embargo, el camino es complicado, hay mucha lucha por hacer… ¡el pueblo unido jamás será vencido!