El paseo de Frida Sofía por la Avenida Facebook

He tenido la oportunidad de leer un ensayo en la Revista digital Anfibia, el cual me ha llamado la atención por un lugar en particular, denominado: “la Avenida Facebook”. Seguro que imaginan a lo que me refiero; pues sí, hablo de ese lugar en donde convivimos unos con otros casi de manera “tangible”; ese justo lugar que en poco más de 10 años se ha convertido en una especie de entorno del que entramos y salimos dejando huella de cada paso que damos.

En 1959, el sociólogo canadiense Erving Goffman escribió “La presentación de la persona en la vida cotidiana”, uno de los 20 libros más citados en la historia de las ciencias sociales. Allí propuso una perspectiva dramatúrgica de la construcción de la autobiografía: el sujeto expone, en sus múltiples interacciones, un relato sobre el yo, que construye tras bambalinas, y que difiere de acuerdo a sus expectativas sobre la audiencia y la impresión que desea formar en ella.

Si piensan que la teoría de Goffman es una pauta para inventarse una vida y alcanzar esos 10 minutos de fama, están en lo correcto.

Pero, inventar la vida en redes sociales va más allá de un mero acto de personas en su individualidad. El interés también alcanza a funcionarios, figuras públicas y a los medios informativos, quienes, para su fortuna o infortunio, tienen la responsabilidad de transitar por «la Avenida Facebook» con la mayor de las transparencias, y con una postura honesta que incentive la credibilidad entre sus perceptores.

Es así como la semana recién pasada fuimos testigos de cómo el noticiero mexicano Televisa, fue capaz de transmitir, en directo, el paso a paso del supuesto rescate de una niña de nombre Frida Sofía, quien, a pesar de su inexistencia física, caminó por la Avenida Facebook de la mano de la teoría de Goffman.

Frida Sofía transitó por Facebook en 3,200 ocasiones, mientras que “el Kiosko” de Twitter, incrementó los impactos del show con 146,700 menciones.» -(Datos obtenidos de El Heraldo de México)-

En un término de tres días (del 20 al 23 de septiembre), la noticia de que una niña permanecía con vida bajo los escombros del colegio Enrique Rébsamen, acaparó la atención de los medios mexicanos e internacionales; quienes lograron que la construcción mediática de “Frida Sofía” fuera tendencia en redes sociales por sus 151,907 menciones, según los datos publicados en el Heraldo de México.

Se enarbolaban así los lazos de hermandad que habían quedado como cabos sueltos desde 1985, cuando el niño Luis Ramón Navarrete, “Monchito”, también captó la atención de la prensa nacional e internacional, y que, al igual que Frida Sofía, no fueron más que creaciones simbólicas y mediáticas, de un “yo” inexistente.

Cabe destacar que este contenido noticioso hoy muestra una audiencia que se manifiesta ofendida por el aparente engaño de Televisa, lo cual es un claro ejemplo del efecto boomerang que un tratamiento mediático puede generar cuando se antepone el rating a la sensibilidad humana.

La tragedia que hoy vuelve a enlutar a México debe sensibilizar las conciencias del mundo, pero no por la construcción de un caso esperanzador en medio de la desdicha, sino por el duelo real que dejan las decenas de pérdidas humanas y, sobre todo, por los cientos de damnificados que necesitan de ayuda oportuna para reconstruirse como seres humanos en lo individual, y como familia en lo colectivo.

Mientras tanto, quienes sigamos poblando “la Avenida Facebook”, no sucumbamos ante los falsos constructos sociales de ninguna índole, y recordemos siempre que la vida real habita, justo del otro lado de los muros virtuales.

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