MINEDUC ¡Repare mi Escuela!

Reza literalmente el artículo 71 de la Constitución Política de la República de Guatemala que es «Es obligación del Estado proporcionar y facilitar educación a sus habitantes sin discriminación alguna».

Mucho se ha dicho en torno a la educación en Guatemala. En un país en donde los niños deberían asistir a la escuela, recibir una educación de calidad y por qué no decirlo, que se cumplan con los 180 días de educación que tanto se mofa el gobierno de repetir que este año si es una realidad.

Sin embargo quiero contar un poco de mi historia académica primaria. Crecí en un bello municipio del Departamento de Santa Rosa, un lugar a donde tuve acceso a la educación gracias a que tenía una escuela a ocho kilómetros de mi casa, la cual a pesar que teníamos que caminar una jornada extenuante a mis seis años, era realmente una aventura.

Pero lo que si fue en realidad una aventura fue haber aprendido algo en aquellas condiciones inhumanas en las que teníamos que recibir las clases. Asistíamos cerca de 150 alumnos a una escuela con dos salones en donde solo primero primaria recibía clases en la dirección, luego los demás grados eran divididos en segundo y tercero en un salón y cuarto a sexto en otro salón. La escuela era una edificación de allá por los años ochenta, que a pesar de ser una construcción antigua, representaba un edificio bastante resistente y seguro.

En el año de 1997 recibimos la noticia que el Fondo para la Inversión Social (FIS) nos construiría una nueva escuela, en la cual tendríamos energía solar, una novedad en mi aldea, debido a que no contábamos con energía eléctrica. Lo único que nos pedían era que debíamos acarrear el material hacia el terreno, porque los camiones lo habían dejado lejos. Fue así como cada mañana recibíamos clases de 8 a 10 y luego de 10 a 12 acarreábamos a como podíamos el block, costales de arena y piedrín que habían dejado a unos kilómetros de la escuela. Fue un arduo trabajo casi de un año ver el sueño de la escuela hecho realidad, un edificio de dos salones, con cocina de leña y una pequeña bodeguita. También hicieron una batería de 4 sanitarios (letrinas) para los estudiantes. Y como nos lo prometieron, tenían un panel solar que databa de energía a todo el nuevo edificio. Era hermoso llegar a apachar el interruptor y ver como las luces de gas neón se encendían. A esa edad ya estaba yo en cuarto primaria, por lo que no pude estrenar salón debido a que fueron asignados a la nueva escuela primer grado en un salón y segundo y tercero en el salón más grande.

En el año 1999 llegaron unos políticos que buscaban su reelección a inaugurar la escuela y así, hay que reconocer que asistíamos más motivados a estudiar. Eso a pesar que nuestras jornadas empezaran a las 9 de la mañana, los maestros decían que era difícil llegar a tiempo a la escuela por estar muy lejos del pueblo; salíamos a las 10:30 a recreo y regresábamos a las 11:30 de vuelta, recibíamos media hora más de clases y luego a sus casas. Los viernes siempre había reunión de maestros y entonces no habían clases. Nunca supe que eran los 180 días de clases.

Justamente hace dos semanas me enteré de una noticia que me dio nostalgia, bastante coraje y que me hace sentir impotente. La escuela de mi aldea fue derribada por una ONG que les prometió a los aldeanos construir un edificio más grande, bonito y de mejor calidad. Sin embargo solo derribaron el edificio y se desapareció la constructora, han tratado de dar con ellos para que les dé respuesta pero ni siquiera existen. Algunos rumoran que eran de una minera que quería llegar al pueblo y que como el pueblo se ha opuesto a la minería, dijeron que los habían amenazado y ya nunca llegaron.

Mientras los padres de familia se han organizado y elaboraron unas galeras de lámina para que los niños reciban el pan del saber, pero en verano el calor es insoportable y en invierno el lugar se convierte en una coladera, lodazales y agua por doquier, un lugar verdaderamente inhumano para que ahí se reciba clases. Hablaba con el director de la escuela y me comentaba que ya se ha hablado con el alcalde, incluso con el MINEDUC, pero no ha habido respuesta; de eso ya han pasado dos años. Por ahora el licenciado anda buscando apoyo para reconstruir la escuela, pues no quiere que sus niños sigan en esas condiciones.

Es necesario que el Ministerio de Educación y/o las autoridades competentes ayuden a que se garantice la educación para esos niños, en condiciones humanas; en un lugar donde ahora como en mi infancia, hace falta de nuevo un edificio para impartir el pan del saber. Si usted quiere apoyar en la reconstrucción de la Escuela Oficial Rural Mixta El Pital, en Santa María Ixhuatán, Santa Rosa, escríbame con gusto nos ponemos en contacto.

Cintillo de Opinión

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