En las últimas semanas la danza de la muerte como le llamo desde hace varios años a la ola de violencia que aqueja a los guatemaltecos, pareciera haberse recrudecido y nuevamente pone de manifiesto que la vida en este país, vale menos que un celular.
Con distintos sucesos en puntos estratégicos, especialmente de la Ciudad Capital, los delincuentes mandaron mensajes claros al gobierno de turno confirmando que no le tienen miedo a las fuerzas de seguridad.
Los maleantes ya no se conforman con extorsionar al tendero de la esquina, sus estrategias han ido más allá y ahora tocan intereses de grandes transnacionales, tal es el caso de la empresa Telefónica.
Producto de los ataques a colaboradores de la transnacional por cierto, murió el joven Moisés Mora, un estudiante del Programa de Autoformación a Distancia (PAD) de la Escuela de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de San Carlos de Guatemala. Tuve la oportunidad de dar el pésame a su madre, quien no podía creer lo sucedido y a pesar de su dolor, me dijo que perdonaba a los asesinos.
No habían pasado 48 horas del ataque antes citado cuando en un aparente ajuste de cuentas, un sicario ejecuta a su supuesto rival y deja heridas a siete personas en un sector del Centro Histórico siempre en la metrópoli, todo ante una total impunidad que ha llegado a límites jamás imaginados.
Los dos hechos citados resultaron ser los más mediáticos, pero ocurren muchos en la Ciudad Capital y los departamentos que engrosan la lista de víctimas de la violencia y pasan desapercibidos. Ante esa situación, uno esperaría que el gobierno por lo menos reconociera que no tiene el control y acepte que en materia de seguridad, no están en nada.
Lo más indignante, son las recientes declaraciones del Vocero Presidencial Heinz Hiemann, quien el pasado 13 de noviembre, queriendo tapar el sol con un dedo, se atrevió a decir, no se si por orden del Presidente de la República o alguien más, que llevábamos 129 días sin homicidios en la actual administración gubernamental.
De verdad, hay que estar loco o creer que los guatemaltecos somos ineptos para lanzar semejante mentira, es momento también de exigir más seriedad al momento de defender lo indefendible, aún para eso se tiene que ser inteligente, no se vale que se ofenda la memoria de las víctimas y sus familiares de esa forma.
Y aún cuando muchos dicen que Guatemala no tiene remedio, yo pienso que sí, pero es urgente implementar políticas integrales de desarrollo, ya no basta con estar medio remediando la situación. Las familias deben hacer lo que les corresponde con sus hijos y lo más importante, si no puede mantenerlos, no los tenga, y si tanta es la gana de tener sexo, protéjase. Se hace y nos hace un favor.