¿Qué y cuánto tiempo leemos a la semana?, es una interrogante que debería replantear nuestros objetivos para este fin de año y para nuestros proyectos en el próximo. ¿No queda tiempo para una buena lectura o no hemos descubierto el aspecto lúdico (placer) por esta actividad? Algunas consideraciones y mi opinión sobre el tema, para esta ocasión.
La lectura es una actividad importante que todas y todos debemos de practicar; libera la tensión, la mente, amplía nuestros conocimientos, nos distrae, enseña, permite considerar las cosas desde otras perspectivas y ser tolerantes a otras opiniones, nos divierte, brinda la posibilidad de acceder a una personalidad y mentalidad diferente, distinta; que nos beneficia socialmente.
La tendencia de la opinión es que en Guatemala no existe una cultura de lectura (ya que no se inculca, no se motiva…), sin embargo, yo agregaría que en la mayoría de ocasiones leemos algo que no es del gusto y agrado (se lee por obligación), lo cual no nos permita disfrutar de una historia, un cuento, un tema que nos lleve a plantear o tener una visión más amplia de nuestra realidad.
Nosotros leemos a diario, los letreros en los buses, los diarios, la actividad en las redes sociales, pero es importante verificar los contenidos que se están recibiendo. Además, el recurso visual también tiene un aliado: escuchar. Sí, escuchar y meditar en concordancia con el contenido de un buen audiolibro.
Al generar el hábito de lectura o de escucha y sobre todo valorar el contenido de un libro, hemos iniciado el camino a conocer (no en su totalidad) pero sí al aprecio de la diversidad de autores y escritos en Guatemala, Centroamérica y América Latina. Una persona lectora será difícil de persuadir y mucho menos engañar, en este sentido, las bases para una sociedad democrática cobran sentido. Así de importante es la lectura.
Por ese motivo no me parece descabellado que un libro sea un buen regalo (para las actividades de fin de año) para nuestros seres queridos y amigos, también para las niñas y niños que, al unísono de fomentar una cultura de lectura, se les permite valorar la importancia de esta actividad como el ingreso a contemplar formas alternas de percibir y sobre todo encontrar soluciones a la realidad de Guatemala.
La realidad a la que me refiero es, por ejemplo, lo que se puede observar en la televisión o periódicos, videojuegos, (violencia, individualidad, apatía…), y se deja por un lado todos aquellos aspectos positivos que como sociedad mantenemos. No es que se quiera tapar el sol con un dedo, pero uno es lo que consume, lo que lee.
En la rutina que se mantiene, todo es caótico, estrés, tráfico, problemas individuales y sociales, ante todo esto, la lectura es una pausa y una entrada a otras posibilidades para resolver esos “problemas” desde otros puntos de vista. Además, cuando leemos y encontramos el gusto a esta actividad también estamos cerca de otra muy poderosa y liberadora: escribir.
No importa cuánto tiempo dedicamos a esta actividad, o qué temas sean nuestro gusto, pero es necesario leer, no por obligación, sino por la complacencia de aprender, discernir, conocer, disfrutar, compartir. Se deben de aprovechar las ventajas que nos ofrece internet para acceder a gran cantidad de información y a buenos escritos que nos permitirán valorar todas las cosas de diferente manera. Atinada para la ocasión queda la frase “Dime qué lees y te diré quién eres”; considerada y citada por varios escritores, entre ellos, Federico García Loarca.