Por: Walter Pérez
El presente escrito tiene por finalidad discutir sobre los criterios personales y de grupo que pueden intervenir a la hora de investigar. También reflexiona sobre la postura o actitud del investigador frente a los procesos de investigación.
Existe un dicho popular “cada cabeza en un mundo”; el tema de investigación que se elige nace a partir de las reflexiones y motivaciones en el investigador. Las motivaciones pueden ser varias como, por ejemplo: la experiencia, el gusto por un tema, política, ideología, asunto común a un gremio o grupo, necesidades en el campo investigado, etcétera.
De acuerdo con los intereses del investigador o institución, se plantea y ejecuta los protocolos de investigación; además, el investigador es quién deberá analizar la pertinencia de elegir un enfoque a la investigación (cuantitativa, cualitativa o mixta) así como de definir otros criterios como los procedimientos para alcanzar sus objetivos.
La intervención es notoria y por su importancia una pregunta esencial para el investigador o institución es ¿qué se está produciendo?, ¿a quiénes beneficia? Es decir, la intervención del investigador supera la línea de solo ejecutar un “protocolo” sino que a través de la investigación se constituye en un emisor que plantea ante la comunidad científica o público general algún beneficio que permita la comprensión, desarrollo, avances sobre un fenómeno de estudio.
Se hace evidente no solamente la importancia de la investigación sino del investigador mismo en tanto partícipe de los procesos investigaciones indistintamente del enfoque utilizado; por esta razón la preparación académica, experiencia y madurez para afrontar una investigación son determinantes.
En esta línea (Bonilla, 2009), indica lo siguiente:
La actitud (mente) con que el investigador interactúa con su objeto de estudio afecta el resultado de su investigación. Esto es aún más cierto si se asume la investigación como un ejercicio social de comunicación. Para que la investigación sea fructífera, el investigador debe de estar consiente de su actitud al momento de interactuar, debe de preguntarse qué tipo de actitudes favorecen resultados socialmente útiles, y debe de asumir actitudes conducentes a tales resultados.
Con lo anterior el autor no quiere decir que se deba de interferir en modificar resultados que no sean del agrado o que afecten a un grupo u objeto de estudio en particular (no es ético), sino se refiere a que se debe tomar conciencia que la investigación se da entre el cúmulo de pensamientos del investigador y las relaciones sociales (realidad interna y externa al investigador) lo cual se debe de equilibrar para favorecer procesos de investigación objetivos y que reflejen con certeza dicha realidad investigada.
El investigador es la persona que interviene en el proceso de investigación, desde el nacimiento del tema hasta la publicación de los resultados y tendrá la particular tarea de aplicar procedimientos que le permitan alcanzar objetivos planteados. Este procedimiento al que se hace alusión puede resultar tedioso (e interferir en resultados) si el investigador cede ante presión, estrés por la metodología; dichas actitudes se deben de evitar.
Sin duda, cada persona mantiene una peculiar forma de vivir, estilo de vida e incluso eso interfiere para investigar. Por ejemplo, una persona que se describe como “pragmática” buscará reducir al máximo los procedimientos de investigación contrario a una persona que se describa como “metódica” que será minuciosa en aplicar a cabalidad los lineamientos y protocolos establecidos para desarrollar investigación. Sin embargo, cabe la reflexión que, sin importar la postura del investigador ante la metodología, necesita desarrollar proceso o procedimientos; pasos que para muchas personas se puede convertir en una receta de cocina.
Siguiendo el ejemplo de las recetas de cocina, normalmente se aplican cuando se carece del conocimiento o experiencia para su ejecución, contrario a personas que por experiencia puedan resumir dicha receta de cocina para llegar a un mismo resultado. La investigación ocurre en forma similar pero independientemente de cómo se aplique los lineamientos o conocimientos, los procedimientos no pueden quedar exentos.
En este punto interfiere la disposición del investigador a los procedimientos o al cómo desarrollar una investigación, si es pragmático se pueden resumir o saltar diversos pasos, pero como resultado se podrían obtener conocimiento o hallazgos de forma parcial o distorsionados de la realidad. Por el contrario, si se es metódico el investigador puede incurrir en mantener una postura cerrada y errónea ante un fenómeno de estudio.
¿Qué es lo ideal?; como recomendación al iniciarse en la investigación mantener apertura a que como investigador se puede afectar e incidir en los resultados por aplicación de método, conocimiento, experiencia o también porque desde la particular forma de ver el mundo se concibe una investigación para favorecer o complacer a criterios personales y no de grupo. También la postura adecuada es tomar conciencia que se está realizando o aportando elementos a la ciencia que contrario a otras formas de obtener conocimiento exige rigurosidad, coherencia, sistematicidad, objetividad, racionalidad entre otros.
En conclusión, el hacer investigación requiere comprobación, demostración, argumentación lo cual no sería posible sin la intervención de la particular forma de ver el mundo por parte del investigador y la aplicación de procesos que permitan obtener resultado, ambas son importantes, para dar pertinencia y relevancia social a lo que investigamos y para demostrar o aportar conocimiento válido y objetivo. Ante esto se hace relevante la responsabilidad y compromiso de un investigador que suma con sus publicaciones al conocimiento y beneficios no solo personales sino de grupo.
Además, querer obviar por completo los procesos implicaría intuir los resultados que recaen en tergiversar los resultados de una investigación lo cual al final se constituye en algo inútil socialmente ya que los aportes son nulos. El método, (entendiéndolo como los procesos para investigar o “el cómo”) no implica una camisa de fuerza o que se elimine la creatividad para desarrollar investigación, por el contrario, esta debe de asegurar que los resultados sean confiables. Lo anterior abre la posibilidad a proponer métodos e incluso metodologías o procesos para investigar o ante el vertiginoso avance de las tecnologías que se adapten, sin quitar mérito al importante rol del investigador para desarrollar investigación.
Trabajos citados
Bonilla, C. E. (2009). La metodología de la Investigación: practica social y científica. México: Alfaomega.