Por: Freddy Poroj
La etapa inicial de la ciencia lingüística surge en el siglo XIX, al principio llamada comparativa porque dentro de sus estudios se planteaba una teoría pero también una metodología de investigación, en donde su propósito era analizar la historia de las lenguas comparadas con otras.
Aunque al principio estuvo enfocada en la investigación de la familia indoeuropea, el trabajo de los lingüistas de dicho siglo, proporcionó un marco de análisis para el conocimiento de otras familias de lenguas. Asimismo, se produjeron importantes avances en el campo de la fonética, especialmente, el reconocimiento teórico y práctico del principio que explica que las letras (en el sistema de escritura alfabética), son considerados símbolos para cada uno de los sonidos de determinada lengua.
Tomando en cuenta el paradigma que todo tiene un origen, es decir, un crecimiento, un desarrollo y un fin (la muerte); en las lenguas, según esta postura ocurría lo mismo. En este sentido, se empezaron a realizar comparaciones entre las que tenían mayor y menor evolución. Tal es el caso de las europeas que venían de una tradición de la India, de ahí su nombre (indoeuropeas). Esto aseguraba que tenían larga duración, consideradas automáticamente como lenguas muy evolucionadas debido al paso del tiempo comparadas con otras, como por ejemplo, las de Asia, África y América que no alcanzaban la “madurez total”; es decir, las menos evolucionadas.
Con esta conceptualización errónea se explicaba, en términos generales, que el hombre blanco era el más evolucionado, por consiguiente, su lengua también. Pero este evolucionismo tiene su decadencia con los apuntes de Saussure, publicados post mortem como libro, por sus alumnos en 1916. En este se explica que todas las lenguas conservan y contienen dentro de éstas una estructura, y que trabajaban evolucionándose entre sí (háblese de la mutabilidad en la diacronía), dentro de sistemas distintos pero con los mismos alcances de complejidad en cualquiera de estas. El Curso de Lingüística General, vino a innovar entonces esa conceptualización usando como modelo el estructuralismo, producto del positivismo, el cual más adelante alcanzó diversas ciencias.
Pero antes de esto, el investigador de la antigua India Sr. William Jones, desde sus estudios filológicos, redescubrió la familia de las lenguas indoeuropeas, aparte de realizar traducciones de poesía árabe, a quién erradamente se le consideró ser el primero en notar las semejanzas entre el sánscrito, el griego antiguo y el latín. Empero, fue Gastón Laurent quien realizó los primeros trabajos etnográficos permanentes en dicho lugar, y fue quien sugirió la idea de la familia de las lenguas indoeuropeas.
La lingüística ha pasado por tres fases, antes de reconocer cuál era su verdadero y único objeto de estudio, es decir, su arché: la lengua o lenguaje articulado. La primera fase, incide en los estudios realizados por los griegos y franceses, aproximadamente en el año 1492. En este contexto su análisis se fundamentaba en la lógica, desprovisto de la visión científica y desinteresada de la lengua misma; es decir, “…lo que la gramática se propone únicamente es dar reglas para distinguir las formas correctas de las formas incorrectas; es una disciplina normativa, muy alejada de la pura observación, y su punto de vista es necesariamente estrecho.” (De Saussure, 1945:29).
Más adelante, como segunda fase en el año 1777, el estudio de la lengua se enfocó más en la fijación, comparación, interpretación y comentario de textos, por medio de la Filología propuesta por Friedrich Wolf. Este autor realiza un estudio literario, con el propósito de comparar textos de diferentes épocas, para determinar la lengua utilizada por cada autor. Al mismo tiempo, con dicha ciencia se pretendía descifrar y explicar todas aquellas inscripciones redactadas en una lengua ya sea arcaica u obscura.
Producto de esto, surge un nuevo estudio, el cual es denominado como tercer fase para el surgimiento del verdadero estudio de la Lingüística. Se le debe a Franz Bopp, quien estudió en 1816 las relaciones que unen al sánscrito con el germánico, el griego, el latín, entre otros; mediante la gramática comparativa, con el propósito de esclarecer una lengua por medio de la otra. “Bopp no tiene, pues, el mérito de haber descubierto que el sánscrito es pariente de ciertos idiomas de Europa y de Asia, pero fue él quien comprendió que las relaciones entre lenguas parientes podían convertirse en la materia de una ciencia autónoma. Aclarar una lengua por medio de otra, explicar las formas de una por las formas de la otra, eso es lo que todavía no se había emprendido.” (De Saussure, 1945:30).
Posterior a Bopp, surgieron nuevos lingüistas que realizaron diversos estudios comparativos, pero delimitados como el germánico, la mitología comparada, así como el estudio de las lenguas romances y de las germánicas. No obstante, fue Whitney en 1875, quien realizó una perspectiva histórica para dar resultados de las comparaciones realizadas por los letrados que le antecedieron, encajando todos los hechos en un orden natural.
A raíz de todos estos estudios, empiezan a surgir preguntas, como: ¿por qué se hace esto de comparar?, ¿Qué significado tiene o cuál es su propósito?, y ¿Cuál es la naturaleza del objeto de estudio? Fue entonces cuando en 1916, el Padre del Estructuralismo, Ferdinand de Saussure, en un movimiento científico explicó que “La materia de la lingüística está constituida en primer lugar por todas las manifestaciones del lenguaje humano, ya se trate de pueblos salvajes o de naciones civilizadas, de épocas arcaicas, clásicas o de decadencia, teniendo en cuenta, en cada período, no solamente el lenguaje correcto y el bien hablar, sino todas las formas de expresión.” (1945:34). Asimismo, identificó al lenguaje articulado como el objeto de estudio de la lingüística, y detalló las tareas de la misma:
- a) hacer la descripción y la historia de todas las lenguas de que pueda ocuparse, lo cual equivale a hacer la historia de las familias de lenguas y a reconstruir en lo posible las lenguas madres de cada familia;
- b) buscar las fuerzas que intervengan de manera permanente y universal en todas las lenguas, y sacar las leyes generales a que se puedan reducir todos los fenómenos particulares de la historia y
- c) deslindarse y definirse ella misma.
Es por eso que delimitar el estudio de la lingüística solamente al signo lingüístico, es caer en el error de ignorar el resto de factores que inciden en el sistema de la lengua. Un estudioso de la lingüística, deberá conocer por lo menos, decía Saussure, todos los idiomas que forman parte de su contexto social y cultural, de ahí la importancia del análisis de la Lengua Externa.
Fuentes:
- De Saussure, Ferdinand (1945). Curso de lingüística general. Editorial LOSADA. 24 Edición.
(Imágenes extraídas de: http://www.google.com)
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