Cuando uno sale de nuestras fronteras y visita países desarrollados, se da cuenta del nivel de subdesarrollo que como guatemaltecos tenemos, es fácil echarle la culpa a los gobiernos, por supuesto tienen responsabilidad, pero el inicio de muchos de nuestros males, están en el seno familiar.
Basta con atravesar México o Panamá para que nos tilden de tercermundistas, cochinos, violentos, gritones y maleducados, con harta razón en la mayoría de los casos. Lo triste es que algunos aún se molesten con el calificativo, pero no hacen nada para evitar que eso suceda, o como leí hace un tiempo por allí, se resisten a salir de la caverna.
La lista de antivalores y actitudes negativas se queda corta, señalaré puntualmente dos que a mi criterio son los más urgentes de eliminar de nuestro comportamiento, la contaminación ambiental por basura y la falta de educación vial. Ante la falta de políticas y programas efectivos por parte de las autoridades municipales, alimentado por un Ministerio de Ambiente inoperante dirigido en la actualidad por un neófito en la materia, no sabemos que hacer con los deshechos.
Si bien nos va, pagamos el servicio de recolección donde los desperdicios van revueltos y no debidamente clasificados para su posterior reciclaje, no lo hacemos por dos razones, porque nunca nos enseñaron o porque tampoco lo exige autoridad alguna. Los intentos por implementar políticas en este sentido se quedan en recipientes de colores que pocos los utilizan adecuadamente.
El otro “cáncer” al que me quiero referir, es a la falta de educación y cultura vial, es increíble como al pedir la vía adecuadamente, en la mayoría de los casos el que debiera ceder menos de dos segundos para darte el paso, acelera para no actuar cortésmente, además de los que se pasan los semáforos en rojo, viran en U donde no está permitido, hacen doble fila en el tráfico etc.
Los dos problemas deben ser atendidos urgentemente desde los hogares, no podemos dejar toda la responsabilidad a las escuelas o colegios, se trata de valores que se maman especialmente de los cero a los seis años, aunque todo debe ser acompañado por la autoridad municipal y gubernamental, con sistemas de control efectivos y multas severas para quien se salga del guacal, como decimos popularmente.
Lo curioso es que, al estar en otro país, observamos como la mayoría de los guatemalteco se adaptan a la cultura y acatan las instrucciones de la autoridad, no tiran basura en la calle, la clasifican, respetan los límites de velocidad, no conducen borrachos, no se van contra la vía, ceden el paso a peatones etc.
¿Sabe por qué pasa? Porque si no lo hacen, sencillamente se arriesgan a severas multas que les dolerá pagar, porque hay autoridad que controla y hace que lo establecido como norma se cumpla, porque han educado a la población, especialmente a los niños en ese sentido. ¿Será tan difícil que en Guatemala suceda algo parecido? Es momento de actuar, hagamos la diferencia.