Por: Freddy Poroj
Lo único verdadero es lo funcional, reza uno de los aforismos de la corriente del pragmatismo, totalmente opuesto a las visiones racionalistas y formalistas. A pesar que la practicidad no es sinónimo del término que nos atañe. Primero porque el pragmatismo es el encargado de establecer significados a todas las cosas a través de las consecuencias, y lo hace basándose en juicios a posteriori, con esto, de ninguna manera le da lugar a prejuicios. En cambio la practicidad se refiere estrictamente a lo que se considera como práctico o no, y para esto se toma en cuenta la utilidad. Es por eso que el pragmatismo de Peirce es una metodología ya que responde a diversas preguntas de la teoría del significado. “Decía Peirce que es imposible tener en mente una idea que se refiera a otra cosa que no sean los efectos sensibles de las cosas. Nuestra idea de un objeto es la idea de sus efectos sensibles.” (Elizondo, 2012:40).
Lo que explica el autor es que la regla pragmática que ha establecido un grado de claridad en cuanto a la aprehensión de ideas, consiste en considerar los efectos (a imaginarse) con un alcance práctico que se supone que tienen los objetos, producto de la concepción del mundo mediante el sentido de la vista, porque de esta última surgen los efectos que construirán la concepción total de todos los objetos percibidos.
Hay que recordar que la estructura fundamental del conocimiento siempre será la correlación de sujeto y objeto, porque el objeto es para el sujeto y este último es por lo tanto, el conocimiento del objeto. Bien decía (García, 2006:273) que “El objeto tiene una realidad objetiva, cuya objetividad no es lo que es, sino en relación con el sujeto”. No se está hablando del dentere usia de Aristóteles, lo cual se puede traducirse como “substancias segundas”, ajenas a la existencia de todas las cosas percibidas por el ojo humano, sino de la esencia, es decir, la suma total de todos los significados que el pragmatismo produce de los significantes. En otras palabras, la relación entre significantes y usuarios es el objeto de estudio de la Pragmática Visual (PV), y es que la significación de la iconósfera depende de lo complejo de las relaciones humanas que ocurren en distintos medios.
La PV como proceso cognitivo, consiste pues en realizar operaciones como: percibir (captar) el objeto, decodificar (proceso de análisis psíquico), comparar (aplicación inmediata de la polisemia de la signosis) y adaptar (contextualizarlo). Con esto, se logra remitir diversas formas de articulación del conocimiento a condicionantes abstractas y concretas. Los elementos de mayor importancia para la PV (dentro de la comunicación artificial, en términos de la terceridad del cuadro semiótico de Peirce) corresponden principalmente al emisor porque es el encargado de la enunciación icónica; segundo el receptor quien es el que realiza el proceso mencionado al inicio de este párrafo, y tercero el referente de la imagen, porque es el que le dará el grado de iconicidad a los objetos para la realización de acciones. Recordemos que “La función del pensamiento es producir hábitos de acción, esto es, creencias. De esta premisa nace la máxima pragmática, que surgió con la finalidad de proporcionar un método para fijar la creencia.” (Elizondo, 2012: 37).
Vale la pena mencionar, con respecto a los significados, que la polisemia designa la presencia mayor a un semema en el interior de un lexema. Para su comprensión y aplicación a lo visual, recomiendo la lectura del artículo titulado “Campo Semántico” ubicado en el siguiente link: (https://elsancarlistau.com/2018/10/08/campo-semantico/). Es evidente que al hablar de la PV, se hace referencia al estudio ideológico de la iconografía en la comunicación, ya que no solo existe manipulación sino también mecanismos de persuasión que implican técnicas dirigidas a teleaudiencias heterogéneas y a receptores a merced de la estrategia comercial. De hecho, Sonesson (1996) plantea que la semiótica no enseña solamente lo específico de la imagen, sino también tres categorías necesarias en la PV: las de construcción, determinadas por la manera en que la expresión está relacionada con el contenido; las de función, producto de los socialmente intencionados; y las de circulación, las cuales dependen de los canales de circulación social.
Estamos sumergidos dentro de una iconósfera que últimamente manifiesta su máximo potencial en la web 2.0 extendiéndose también hacia la 3.0 en el ámbito de la comunicación virtual, lo cual obliga a no descartar un enfoque dialógico y considerar la practicidad para evitar efectos negativos en cuanto a la concepción de objetos.
Fuentes:
- Elizondo, Jesús Octavio (2012). Signo en acción. El origen común de la semiótica y el pragmatismo. México. D. F. Ediciones Culturales Paidós, S. A.
- García, Manuel (2006). Lecciones preliminares de filosofía. Distribuidora universal. I.S.J. Guatemala, C.A.
- Sonesson, Göran (1996). De la estructura a la retórica en la semiótica visual. En Signa. Revista de la Asociación Española de Semiótica No.5, 337.
(Imágenes extraídas de: http://www.google.com)