Por: Freddy Poroj
Como se ha explicado en algunos artículos anteriores (https://elsancarlistau.com/2018/10/29/operaciones-de-referencia/) y (https://elsancarlistau.com/2018/12/17/intelectualismo-signico/), por mencionar algunos; se puede resumir que todo pensamiento es pensamiento en signos, de manera que la realidad es una proyección codificada a través de los signos. Quiere decir que el origen del signo como pensamiento es inferencial, de ahí que el proceso semiósico dentro de la signosis es una inferencia a partir de signos asociados en contexto.
En este sentido, se entiende como inferencia a la evaluación mental entre diversos conceptos que al relacionarse de forma abstracta, se logra una línea lógica entre la causa y el efecto. De hecho, se pueden mencionar tres modalidades principales: a) Inmediatas (poseen dos juicios y una premisa de la cual, se obtiene una conclusión). Asimismo, este tipo de inferencia posee también categorías: oposición, subalteración y conversión. b) Mediatas (se valen de una premisa intermedia para llegar a una conclusión), las que a su vez, se dividen en dos tipos: de conversión simple y de contraposición. Y c) Lógicas (permiten obtener directamente una conclusión a partir de una única premisa).
Con lo anterior, no se pretende agotar clasificaciones, sino dar una idea de la forma por la cual se pueden interpretar signos con base en juicios y premisas que dan como resultado axiomas para dar validez a los postulados semióticos. No está de más mencionar que lo icónico es considerado como una unidad autosuficiente capaz de desencadenar por sí mismo todo un proceso de significación, ya que es susceptible de ser analizado. De ahí la imbricación de todos los planos de contenido posibles que la signosis, permite mediante la inferencia.
Quiere decir que la acción inferencial entre emisores y receptores no solo prepara enunciados, sino que también los localizan previo a su interpretación, y esto porque “Conforme a la localización de los enunciados implícitos, éstos pueden ser intrasemióticos, es decir, explicitables en una lengua natural; o bien, intersemióticos, es decir, explicitables en una lengua natural; o bien, intersemióticos, es decir, explicitables por medio de enunciados explicitables pertenecen a semióticas diferentes.” (Albano y otros, 2005: 127).
Toda esta concepción de la inferencia describe las operaciones efectuadas en la cotidianidad; asimismo, libera aquellas restricciones dogmáticas impuestas por el punto de vista que se limita únicamente a las manifestaciones singularizadas. Empero, desarrolla una forma de ver la realidad como lo planteaba Peirce desde su filosofía del conocimiento basándose en tres categorías que permiten la unificación de lo complejo y lo múltiple, resumidas por Zecchetto y otros (1999) de la siguiente forma: a) El primer correlato (primeridad, es decir, todo lo que tiene la posibilidad de ser real o imaginario), b) El segundo correlato (secundidad, referente a los fenómenos existentes, o sea, lo posible realizado para que ocurra y se concretice en relación con la primeridad); y c) El tercer correlato (terceridad, formado por leyes que rigen el funcionamiento de los fenómenos). Este último quizá es el más apegado al tema que nos ocupa porque funciona como una categoría general dando validez lógica ordenando lo real y verdadero.
En resumidas cuentas, inferir no es solamente dejarse llevar por la imaginación simbólica y dar por sentado el significado que se quiera por conveniencia; tampoco interpretar el contenido de un texto con solo leer el título o sus palabras clave, sino que también es un acto de pensamiento que emplea argumentos a posteriori. Claro está que es una operación de la mente a través de la cual se acepta que un nuevo símbolo dicente (por su secundidad) represente un objeto, en virtud de su relación con otros, los cuales representan ese mismo objeto. No se trata solamente de investigar, sino también de indagar para plantear hipótesis que posteriormente se comprueben y de ser necesario, desecharse en el ejercicio de la interpretación deductiva. De ahí la distinción entre las inferencias de abducción, inducción y deducción.
Fuentes:
- Albano, Sergio; Levit, Ariel y Rosenberg, Lucio (2005). Diccionario de semiótica. Grupo Editor Montressor. Santa Fe, Buenos Aires, Argentina.
- Zecchetto, Victorino; Marro, Mabel y Vicente, Karina (1999). Seis semiólogos en busca del lector. Buenos Aires, Argentina. Ediciones CICCUS Bs. Argentina. Ediciones La Crujía. Tucumán Bs. Argentina.
(Imágenes extraídas de: http://www.google.com)
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