Por: Freddy Poroj
Anteriormente describí cómo los dos principios del signo (arbitrariedad y linealidad), pueden entenderse en la vida cotidiana (https://elsancarlistau.com/2017/11/13/somos-lineales-pero-tambien-arbitrarios/); asimismo, su función dentro de los estudios lingüísticos (https://elsancarlistau.com/2018/04/09/la-linealidad-del-signo-y-las-relaciones-sintagmaticas-y-paradigmaticas/). En esta ocasión, quiero centrar su atención una vez más, pero solamente a uno de éstos, en sus dos facetas, tal y como se plantea en el título de este artículo. Ante esto, un ordenamiento de ideas no está de más. La arbitrariedad, planteada por Saussure (1945), es el lazo que vincula a los dos elementos del signo (significante y significado); por lo tanto, es convencional e inmotivada y a su vez mutable e inmutable. Vea cómo estos dos últimos factores se asocian a lo arbitrario del signo, en este enlace (https://elsancarlistau.com/2018/03/12/la-linguistica-particular-y-su-relacion-con-lo-mutable-e-inmutable/).
En este punto, lo absoluto y relativo pueden combinarse perfectamente con lo anterior, es decir, lo absoluto es inmutable y lo relativo mutable. Aunque esto no es el punto principal del tema, vale la pena tomarlo en cuenta, porque lo absoluto es totalmente independiente y no necesita formar algún tipo relación para explicarse. En cambio lo relativo sí, porque no solamente depende de otros factores para dar cuenta de sí, sino que también crea vínculos o relaciones. En otras palabras, cuando algo adquiere valores distintos es porque depende de quién o quiénes se lo están dando; mientras que cuando algo es definitivo cual axioma, es absoluto.
Descrito lo anterior, debe tomarse en cuenta que gracias a lo inmotivado, solamente “una parte de los signos son absolutamente arbitrarios; en otros interviene un fenómeno que permite reconocer grados en lo arbitrario sin suprimirlo: el signo puede ser relativamente motivado.” (De Saussure, 1945: 155). Por ejemplo en los números “diecinueve” y “veinte”, usted puede notar claramente cuál de los dos hace una relación de dos absolutos y cuál es completamente inmotivado. Asimismo, en las palabras “cortaúñas” y “uña”, ocurre el mismo fenómeno porque al realizar un análisis sintagmático se evidencian cada una de las unidades que le dan sentido debido al carácter lineal y morfosintáctico. Empero, culturalmente hablando esto puede variar, a pesar que “uña” posee una arbitrariedad absoluta en la lengua castellana, también será relativa desde el punto de vista semántico. Tal como lo indica Eco (2000):
Así, pues, existe por lo menos un modo de considerar todos los fenómenos culturales desde el punto de vista semiótico: todas las cosas que la semiótica no puede estudiar de otro modo entran en su dominio por lo menos al nivel de una SEMÁNTICA ESTRUCTURAL. Pero ni siquiera así está todavía aclarado completamente el problema. (52)
Es por eso que Saussure (1945) planteaba que todo en cuanto lo que se refiere a la lengua desde el punto de vista de su sistema, exige ser abordado desde la dicotomía expuesta en esta ocasión, para conocer las limitantes del carácter arbitrario del signo. De ahí que todo sistema de cualquier lengua permanece en el principio irracional de lo arbitrario del signo.
Con todo lo anterior, se puede asumir que la arbitrariedad puede ser absoluta y relativa o ninguna de las dos formas, porque si se comparara con lo denotado y connotado del significado, todo lo connotado otrora fue denotado y este a su vez podrá ser connotado en otro u otros sistemas de significación, hasta alcanzar nuevamente su grado primario; pero también no puede ser ni uno ni otro. Simplemente el significante será siempre significante. Con esto, de ninguna manera, se minimiza el planteamiento saussureano porque, “No hay lengua alguna en que no haya cosa motivada; en cuanto a concebir una en que todo estuviese motivado, eso sería imposible por definición.” (157). Esto quiere decir que dentro de un código, a partir de su evolución, mantiene un paso constante de lo motivado a lo arbitrario y viceversa, ya que todo en cuanto al desarrollo humano responde a una motivación para interpretar los continuos fenómenos sociales que la semiosis logra categorizar.
Fuentes:
- De Saussure, Ferdinand (1945). Curso de lingüística general. Editorial LOSADA. 24 Edición.
- Eco, Umberto (2000). Tratado de semiótica general. Editorial Lumen, S. A. Barcelona, España.
(Imágenes extraídas de: http://www.google.com)
En relación a su exposición quisiera aportar que las motivaciones emocionales de una sociedad, le dan a un signo características especiales, por ejemplo, la imagen de Ernesto Guevara en Cuba, no es la misma que tiene en Argentina, donde el modelo económico lo excluye como una figura que represente los intereses y aspiraciones de los argentinos, sin embargo en las barras bravas es un símbolo de rebeldía y anarquismo, es aquí donde coincido con usted en la arbitrariedad del signo
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Excelente ejemplificación Otto, lo invito a que siga leyendo semiótica. Saludos
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