La comunicación líquida y sus estados

Por Wangner Díaz Choscó / Centro de Estudios de Comunicología, USAC

En esta sociedad de la información y –eufemísticamente- del conocimiento, la comunicación es una entidad viva que ebulle en un recipiente que denominamos estructura social o –antropológicamente- cultura. En términos baumanianos, la comunicación es diversa, amorfa, multiforme, inquieta, vaporizante; es decir, la comunicación es LÍQUIDA. La sociedad-modernidad también es líquida, según este filósofo-sociólogo. Y como diría otro gran teórico, Niklas Luhman –lamentablemente subvalorado por la academia de turno-, la sociedad se define por sus sistemas de comunicación.

“(…) los líquidos, a diferencia de los sólidos, no conservan fácilmente su forma. Los fluidos, por así decirlo, no se fijan al espacio ni se atan al tiempo (Bauman, 2003: 8). La comunicación es un vaivén de informaciones, que golpea a uno y a otro lado.

Parafraseando a Zygmunt Bauman (2003: 8), la comunicación “fluye”, “se derrama”, “se desborda”, “salpica”, “se vierte”, “se filtra”, “gotea”, “inunda”, “rocía”, “chorrea”, “mana”, “exuda”…

Como puede colegirse, tanto el continente (sociedad) como el contenido (comunicación), son líquidos, cambiantes, y por ende, amorfos. Si seguimos en esta línea de pensamiento, estamos entrando al terreno de un antipositivismo, a un posmodernismo que relativiza el conocimiento científico y sus leyes.

La preeminencia de la internet en estos días, vino a terminar de mojar aún más esta liquidez de la comunicación. Lo efímero se adueñó de la estructura social. La información es tan escurridiza como el agua, y lo peor de todo, es que tanto la comunicación como la información, es vaporizante. Si la comunicación es líquida y virtual, por consiguiente, ésta se puede vaporizar cuando aumenta la entropía. Una información vaporizada se dirige a las nubes, y dicho en términos tecnológicos, diríase a La Nube, el ciberespacio; otro concepto líquido.

La estructura social se sobrecalentó en Chile, la información sobre las manifestaciones se incrementó y poco a poco se evaporó. La información vino y se fue, se evaporó y se guardó. La estructura, el recipiente, sigue allí, INTACTO. El estado gaseoso de la comunicación no es propicio para las sociedades, porque la comunicación gaseosa es inasible. El que tiene oídos, que oiga.

Por otro lado, existe otro estado de la comunicación líquida. Con el tiempo y las condiciones climáticas adecuadas, la comunicación se puede endurecer, enfriar, heladarse y ponerse rígida, como témpano. Es el último estado de la comunicación líquida, la solidez; el estado no deseado, porque en el iceberg no crece nada.

En esencia, la comunicación líquida tiende a transformarse; su dinamismo y viveza puede convertirse en vapor o en piedra; por ello, bien sabido es que no todo lo que brilla es oro, y que las apariencias engañan. Las redes sociales, como diría Wolton (2000), tienen conectado a medio mundo, pero esto no significa que haya comunicación. He dicho.

Referencias

Bauman, Z. (2003). Modernidad líquida. México: FCE.

Díaz, W. (2008). Los laberintos de la Red. Guatemala: CPS.

Wolton, D. (2000). Internet ¿Y después?.

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