La construcción de esta nación como un Estado que garantice el buen vivir de sus habitantes puede estar difuso aún. Guatemala, tristemente es un país capturado por un sistema corrupto que se resiste a morir, las guatemaltecas y los guatemaltecos poco a poco hemos venido enfrentando esta lucha contra el flagelo institucionalizado.
Aunque nos quieran confundir diciendo que es una justicia selectiva, que es cosa de izquierda o de derecha, nuestro día a día debe enfocarse en la lucha constante contra de la corrupción.
Hace unos días, un analista en radio señalaba con profunda preocupación como las personas en Guatemala se ocupan más por las «situaciones coyunturales», la situaciones del día a día y no por los problemas de «fondo», pero, se le olvidó decir que ese día a día, es nuestra lucha contra este mal de fondo que ha capturado nuestras instituciones y no podemos apartar nuestra vista; aunque ya se han cortado algunos frutos podridos, guardo la esperanza que pronto veremos una Guatemala distinta, donde la corrupción sea cortada de raíz.
Es momento que cada persona arrebate aquello que el sistema le ha negado y juntos construyamos ciudadanía.
Como ciudadanas y ciudadanos estamos llamados a tomar responsabilidad dentro de la sociedad guatemalteca, pues somos responsables individual y colectivamente de la Guatemala que queremos, no podemos ser corresponsables con aquellos que nos han gobernado hasta ahora; basta ya de vivir disimulando y actuar como si nada estuviera pasando.
Tenemos que estar atentos, como aquellos ciudadanos la noche del 19 de octubre de 1944; esperemos el amanecer de una nueva nación. Derrocar el sistema corrupto, es posible.
Una Guatemala distinta es posible.