Las redes sociales de Internet son en la actualidad un potente canal de comunicación, que ha establecido cambios radicales en la forma como los funcionarios públicos comunican sus mensajes e interactúan con sus seguidores.
Pero no sólo basta con tener abierto un perfil en Facebook o en Twitter, ya que el poder de las redes sociales nos obliga a asumir ciertos compromisos de responsabilidad social, puesto que al constituirse como canales informativos que transparentan el proceso de comunicación, tienen la capacidad de contribuir en la creación de una sociedad más incluyente, participativa y mucho más consciente de los problemas que nos aquejan como sector social.
Con esta idea en mente, quienes tenemos a nuestro cargo una función pública, debemos contribuir en positivar el uso de las redes sociales, alejándonos de la manipulación descarada de la opinión pública, y fomentando el debate participativo bajo los criterios de respeto y tolerancia ante las opiniones adversas.
Y es que en la actualidad este es un reto que debemos asumir, ya que el hecho de que las redes sociales estén siendo señaladas de proliferar la compra de seguidores ficticios, la publicación de noticias falsas, y el linchamiento público de personajes políticos, nos debe llevar a reflexionar en el hecho mismo que nos implica como creadores de contenidos, o bien como consumidores de estos.
A partir de allí es preciso cuestionarnos: ¿Cuáles son los criterios que debemos observar para desenvolvernos acertadamente en una red social? Primero y lo más importante es aceptar por qué estoy en esa red social, cuáles son mis intereses, y por qué es necesario su uso.
Al respecto, la periodista española Carmela Ríos publicó un decálogo de las razones que la motivan a mantenerse en Twitter, entre las cuales destacan: “Estoy en Twitter porque es una herramienta de comunicación política del siglo XXI.” “Estoy en Twitter porque aquí está gran parte de los lectores a los que no podemos abandonar…” “Estoy en Twitter porque he aprendido con los años a optimizar y a racionar su uso.”
Estoy en Twitter porque he aprendido a discriminar entre sus mejores usos. Y hay muchos. El menos interesante, sin duda, la tertulia o el debate político reproducidos en redes con el mismo nivel de insultos y crispación que presentan los programas de televisión.” -@CarmelaRios-
El intercambio de ideas con personas con quienes tenemos similitud de criterios, de conocimientos y de sentimientos, siempre será un factor primordial para permanecer conectados en determinada red social. Sin embargo, en el caso de quienes ostentamos una función pública, la responsabilidad de lo dicho, de lo compartido y de lo interactuado, debe partir inevitablemente de la imagen que a lo largo de nuestra función hemos manifestado; de esa huella indeleble que hemos dejado en el recorrido avanzado al frente del cargo.
La credibilidad de un funcionario público en redes sociales, si bien está supeditada a una eficiente estrategia de comunicación, también debe sustentarse sobre la base de la ética y la moral, la que no contemplará ningún atributo de desinformación, de manipulación, ni de vejamen alguno, como tampoco condicionará la figura del funcionario a una simple y banal manifestación publicitaria.
De los hombres que en lo personal me alegra darle seguimiento, por su calidad humana, por su disciplina y criterio en la emisión de sentencias, por sus principios, creencias y valores que lo caracterizan como un funcionario ejemplar, es el Juez Miguel Ángel Gálvez Aguilar, quien en menos de 3 días de haber abierto su Twitter oficial @Miguelgalvezag, ya cuenta con más de 7,800 seguidores, lo cual es el reflejo de lo que el trabajo honesto es capaz de lograr en la era de la social media.
Enhorabuena por el Honorable Juzgador.