Por: Emely Cruz y Luz Alvarez.
Doña Anna Petrone, con su voz tan llamativa y su peculiar carisma, es muy conocida en la Facultad de Arquitectura. Estudiantes y docentes visitan su negocio para degustar un buen café y acompañarlo con una baguette o algún postre. La mayoría establece una pequeña conversación con ella, mientras comen o esperan su pedido.
Doña Anna, como todos le dicen, actualmente tiene 57 años de edad, es la mayor de tres hermanos. Ella cuenta que tiene 10 años de tener su negocio dentro de la universidad, aunque la competencia ha ido creciendo, mantiene una clientela.
Su padre es originario de Italia y su madre guatemalteca, ambos tenían una fábrica de carteras y zapatos. Ellos involucraron a sus hijos desde corta edad para enseñarles a trabajar y valorar lo que tenían.
Aunque Petrone trabajaba con sus padres, su verdadera vocación era otra. Siempre fue una persona activa y social por lo que decidió estudiar magisterio. Al recibirse de maestra, empezó a dar clases en un colegio privado; recuerda esos 7 años como los más alegres de su vida pues ejerció la profesión que tanto le gustaba.
El café no siempre estuvo en su vida
A sus 25 años tuvo la oportunidad de estudiar un año en Europa, en ese tiempo se dedicó a aprender el idioma inglés y a tomar cursos de literatura. En sus planes estaba quedarse a vivir en Italia, sin embargo, por diferentes circunstancias tuvo que regresar a Guatemala.
Al retomar su vida en el país decidió dar clases de inglés para adultos en una Academia, al terminar se dirigía a la fábrica de carteras de su madre para ayudarla. En ese entonces tenía dos años aprobados en la carrera de psicología, sin embargo, decidió abandonar los estudios porque le gustaba trabajar.
Al cumplir 35 años la fábrica de carteras empezaron a tener bajas ventas por la comercialización de productos chinos, la demanda ya no era la misma por lo que decidieron indemnizar a los a empleados y cerrar la fábrica.
Durante las clases de inglés que impartía, conoció al que ahora es su esposo y aunque él trabajaba en la industria farmacéutica estaba por iniciar un negocio relacionado con el café. Doña Anna, como siempre con ganas de trabajar y emprender un negocio apoyó la idea de su pareja.
Decidieron abrir un pequeño café en un centro comercial. En el 2002, un amigo del esposo de Petrone los visitó, satisfecho del servicio les hizo el comentario de que en la Universidad de San Carlos de Guatemala -USAC- hacía falta un café como el de ellos.
Usac, como espacio para la actividad económica
Hace 15 años dentro del Campus Central no existía tanto comercio informal, las ventas y negocios eran mínimos, por lo que Doña Anna y su esposo obtuvieron rápido una entrevista con el decano de ingeniería y les autorizaron su negocio, decidieron cerrar el café del centro comercial.
Iniciaron con un pequeño quiosco, vendía café, pizza y donas. Aunque el menú era pequeño logró hacer clientela no solo por la calidad de sus productos, también por el servicio.
-Recuerdo que en esa época empezó el auge del café, la gente quería degustar de una buena taza de café.
A pesar de que tenía un contrato vigente, en la Facultad de Ingeniería, al tomar posesión el siguiente decano se les indicó que ya no era posible seguir con su negocio.
Empezaba de nuevo la búsqueda de un lugar para su café, no tenía el recurso económico necesario para emprender un negocio fuera de la casa de estudios debido a que en esa época ya existían marcas de café posicionadas en el mercado.
Luego de exponer su caso con las autoridades de la Facultad de Arquitectura le dieron oportunidad para ubicar su negocio en la unidad académica, sin embargo, aunque tenían el espacio, tuvieron que construir con sus propios recursos el local. En ese entonces abandonó su profesión como maestra y se dedicó a tiempo completo al café.
En el artículo 1 del Reglamento General para el Desarrollo de la Actividad Comercial en las Instalaciones de la Universidad De San Carlos De Guatemala, se establece que la actividad comercial es, toda actividad de compra y venta de bienes o servicios relacionados exclusivamente con los fines propios de esta Casa de Estudios Superiores.
-Me gusta ofrecer algo diferente a los alumnos, algo bien hecho. No puedo vender algo que a mí me parece feo.
Una mujer trabajadora y también que apoya a otras personas a salir adelante es Doña Anna, con el paso del tiempo conocidos se han acercado a ella para pedir permiso y vender su producto en su negocio.
Doña Anna, se siente agradecida por la oportunidad que se le ha dado de tener su café dentro del campus central ubicado en la zona 12 capitalina, realmente disfruta de su trabajo.
-Soy de las personas que me gusta que la gente tenga iniciativa y no se quede sentadas esperando que las cosas lleguen. Se lo difícil que es iniciar en el comercio y por eso me gusta apoyar.
“Aprendí a querer a la San Carlos como si yo hubiera estudiado aquí”.