Por: Freddy Poroj
Es interesante ver cómo la semiótica describe procesos de comunicación pero no solamente en términos de intercambio de mensajes, sino en producción de sentido, tal y como lo propone Verón en la Semiosis Social; asimismo los signos en acción, cual planteamiento de Elizondo en cuanto al origen común de la semiótica y el pragmatismo es decir, la semiosis; así también los procesos de producción de significado, o sea los sistemas de significación, pero también los culturales e intercambios simbólicos, vea el artículo (https://elsancarlistau.com/2018/02/12/simbolismo-culturologico/). Todo esto parece expandir el espacio de pertinencia no sólo del campo de acción en la comunicación, sino de su naturaleza epistemológica y fenomenológica.
Desde el punto de vista semiótico, la comunicación aparece estrictamente como la emisión y recepción de mensajes ya sea dentro y fuera de los medios de comunicación de masiva, donde prevalece como un elemento constructivo y generador constante de intercambio social. En este sentido vale la pena preguntarse ¿qué le pasa al proceso de comunicación si se piensa semióticamente? Simplemente se expande el mensaje porque se hace una relación exhaustiva de la codificación y el simbolismo apoyado por la indagación de su riqueza connotada. A esto hay que agregar que la crisis de la noción sígnica parece encaminarse hacia dos salidas: la unidad de contenido y la de expresión “…agregación que no determina la institución de una entidad estable, definida, fundante, sino que consiste en la simple puesta en contacto de dos universos, cada uno articulado por su propia cuenta, organizado según parámetros propios, estructurado sobre la base de reglas internas.” (Casetti, 1980: 147). Estas reglas las demanda el código para que el contenido (como unidad), no sea una conjetura o un planteamiento superfluo.
Es por eso que Elizondo (2012), plantea que el interpretante lógico de un signo es su significación, es decir, el efecto significativo de ese signo. Asimismo argumenta que “La generalidad es un rasgo característico del interpretante lógico, pero no el único.” (95). Entendiéndose por supuesto, a la generalidad como un adjetivo que señala a un todo para que el interpretante sea algo condicional y en su mayoría, final.
Al momento de establecer un proceso comunicativo, no solo se están enlazando conceptos sino que también pensamientos que la idiosincrasia le otorga para afirmar que la estructura y las transformaciones del conocimiento, describan el aprendizaje de las acciones denotadas por la previsión narrativa que conforman cada uno de los significados a través de los cuales se construye el relato como parte del discurso. Para entenderlo mejor, recomiendo la lectura de este artículo (https://elsancarlistau.com/2018/08/06/el-discurso-social/).
Vale la pena recordar la crítica formulada por la ciencia semiótica hacia el modelo sincrónico de Jakobson, donde Albano señala que “…se funda en un punto de vista semántico del lenguaje, con arreglo al cual, la producción de significados constituye la dimensión relevante del proceso comunicacional.” (Albano y otros, 2005: 46). De ahí que Greimas plantee que el modelo funcional comunicativo enriquece, de alguna forma, la introducción del plano semiótico de manera tal que sustraiga todo el mecanismo del modelo de comunicación que cumple un carácter exclusivamente informativo, haciendo de menos los aspectos semánticos y sintácticos tan necesarios para determinar la consolidación de cada uno de los mensajes.
No es que la comunicación dependa de la semiótica y viceversa, sino que se complementan porque sería muy difícil analizar dicho proceso sin tomar en cuenta al sistema de significación que le da vida a cada uno de sus elementos, bien explica Velásquez que “Se puede estudiar un sistema de significación en abstracto sin estudiar necesariamente un proceso de comunicación. En cambio sería imposible estudiar un proceso de comunicación sin estudiar el sistema de significación en el que se fundamenta.” (Velásquez, 2009: 32). Como se sabe, la semiótica es la ciencia que estudia los signos en general, estos últimos son los que conforman el código (sistema de significación) utilizado dentro del proceso de comunicación. Con esto no se pretende realizar un reduccionismo semiótico, ya que, toda forma de organización social dentro de un sistema de acción sígnica implica una dimensión significante, es decir ideas y representaciones. Es por eso que una de las hipótesis del discurso social apunta que “Toda producción de sentido es necesariamente social: no se puede describir ni explicar satisfactoriamente un proceso significante, sin explicar sus condiciones sociales productivas.” (Verón, 1993: 125).
Fuentes:
- Albano, Sergio; Levit, Ariel y Rosenberg, Lucio (2005). Diccionario de semiótica. Grupo Editor Montressor. Santa Fe, Buenos Aires, Argentina.
- Casetti, Francesco (1980). INTRODUCCIÓN A LA SEMIÓTICA. Editorial Fontanella, S. A. Barcelona.
- Elizondo, Jesús (2012). SIGNO EN ACCIÓN. El origen común de la semiótica y el pragmatismo. Ediciones Culturales Paidós, S. A. México, D. F.
- Velásquez, Carlos (2009). Teoría de la mentira. Una introducción a la Semiótica. ECO ediciones. San José Villa Nueva, Guatemala.
- Verón, Eliseo (1993). La semiosis social. Fragmentos de una teoría de la discursividad. Editorial Gedisa, S. A. Barcelona, España.
(Imágenes extraídas de: http://www.google.com)
Reblogueó esto en Multiversidades. Trato aquí de múltiples versiones del mundo, y lo hago desde Sarón, Cantabria, España..
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